miércoles, 5 de noviembre de 2014

LA AMORTIZACION O DEPRECIACIÓN

La amortización, es un término económico que a menudo se utiliza como sinónimo de depreciación.  Yo le veo cierta aplicación en el campo de la política, por eso este post. Antes de entrar en el tema político, haré una breve y nada técnica descripción de lo que es la amortización económica.

En pocas palabras, la amortización nos indica la pérdida de valor que tiene un activo de una empresa en el transcurso del tiempo. Para no complicar las cosas, decir que se pueden distinguir las siguientes tres causas para que se produzca la depreciación de un bien.
  • La depreciación física, que vendrá dada por el simple paso del tiempo, pese a que dicho bien no haya sido utilizado nunca o lo haya sido muy pocas veces. Entendamos que es una depreciación en cuanto a envejecimiento, no hagamos el paralelismo con los objetos que son el deseo de los coleccionistas. Nada que ver.
  • La depreciación funcional, que será la ocasionada por el uso del bien. Evidentemente, cuanto mas usemos un bien, menor capacidad de funcionamiento tendrá. No es lo mismo una imprenta trabajando una hora al día que una que lo hace las 24 horas. Está última tendrá que ser reemplazada antes, lo dicta el sentido común.
  • La obsolescencia, que está motivada por la aparición de novedades tecnológicas que hacen que el bien sea cada vez más ineficiente en el proceso productivo.
Vayamos a la política, que creo que es lo que interesa, creo, a los lectores de este blog.

Digamos que en un partido político, aparte de los afiliados y simpatizantes, hay dos activos que son los que pueden sufrir la depreciación : los principios y los líderes.

Respecto a los principios, es lógica su adecuación al paso del tiempo, sin perder la esencia. No sirven los principios inalterables en el tiempo; eso no son principios, son dogmas de fe. Si la sociedad cambia, los principios deben adecuarse a esos cambios sociales; repito, sin perder la esencia. Digamos que los principios no sufren ni la depreciación funcional, pero si las otras dos. El no adecuarse, incidirá en la pérdida de fuerza de los mensajes, en ser visto como algo del pasado.

Respecto a los líderes. Suena fuerte eso de amortizar un líder, pero es la realidad. 

Los líderes sufren una depreciación física evidente, fruto del paso de la edad. Llega un momento en el que hay que saber apartarse, dejar pasar a otros activos más nuevos, con nuevas maneras y formas. De lo contrario se convertirán en piezas de museo, que en vez de aportar restarán. Este es un signo de inteligencia, el saber cuando dar un paso a un lado para no convertirse en una rémora.

Respecto a la funcional, también es evidente y la sufren los que trabajan, los que no son parásitos. Cuántos políticos hay que no trabajan y sólo figuran. Pero los que se dejan la piel en el desempeño de la función política, sufren un deterioro funcional importante. Los años de brega no pasan en balde y al final pasan factura. Es un motivo de depreciación, aparejado con una loa a tantos años de buen trabajo por los ciudadanos.

Por último tenemos la obsolescencia. Este es el peor de todos. El no saber adaptarse a los nuevos tiempos y permanecer en los viejos conlleva la pérdida de eficiencia en el proceso productivo. Estamos en la política 3.0 y de nada sirven los políticos románticos que piensan que tener las mejores ideas y los mejores principios son la base de los resultados electorales. Hay que conjugar ese romanticismo con los nuevos tiempos, con las nuevas formas de comunicar para no quedarse atrás, clamando al cielo por la injusticia de que no nos escuchen los ciudadanos.

Espero no haber aburrido con este post, un tanto técnico. Una simple reflexión en voz alta......

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